El gran problema de la humanidad es el pecado, esa realidad que por desgracia cometemos y pone en peligro nuestra salvación eterna. Es tan grave el problema, que Dios se encarnó y murió por nosotros para salvarnos. No es cuestión de juego.
Por fortuna, por los méritos infinitos de la muerte y Resurrección de Cristo el Señor, nuestros pecados pueden ser perdonados principalmente por los Sacramentos del Bautismo y de la Reconciliación.
Pero el pecado tiene sus consecuencias y aunque la culpa haya sido ya perdonada por la sangre de Cristo, hemos de purificar nuestra alma, aun habiendo muerto en Gracia de Dios, en un estado de privación de la presencia de Dios llamado Purgatorio.
Las Indulgencias concedidas con toda autoridad por la Iglesia, a ciertas acciones, liberan a las almas en vida o en el purgatorio de las penas del mismo.
En este Folleto EVC, se nos explica paso por paso el porqué de las Indulgencias y las condiciones para aprovecharlas.