El hombre vive de la esperanza: todas nuestras ilusiones y proyectos tienden al futuro. Todos nuestros esfuerzos los hacemos con la esperanza de tener éxito, sea una medalla olÃmpica, un récord, un diploma o tÃtulo, una conquista o un buen negocio.
¿Y al final? ¿Cuando la edad o la enfermedad nos hacen pensar en que todos los éxitos o fracasos de esta vida fueron fugaces y no tenemos en el horizonte otra cosa que la muerte, cual es la esperanza del cristiano?
Tenemos la Esperanza Cierta (no un mero ojalá) de que nos dirijimos hacia la Casa del Padre y �l nos recibirá con los brazos abiertos, como aquél padre amoroso de la parábola del hijo pródigo.