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El Papa Juan Pablo II declaró con una carta apostólica al 2003 el año del Rosario y sorprendió a la Iglesia añadiendo cinco Misterios a los tradicionales Gozosos, Dolorosos y Gloriosos. Los llamó Misterios Luminosos y con mucha razón, ya que Jesucristo es la Luz del Mundo que se nos revela en esos años que llamamos su vida pública. A partir de su Bautismo en el Jordán, con sus milagros y predicaciones se manifiesta como el Mesías esperado y además como el Hijo de Dios.
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