"Tú Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica" (Sal 85,5).
¡Qué sería de nosotros si Dios no fuera misericordioso! Pero podemos confiar en su perdón si estamos arrepentidos. Por ello Jesucristo se apareció a Santa Faustina Kowalska mostrando como rayos de luz la misericordia que brota de su Sagrado Corazón, invitándonos a orar de varias maneras suplicando misericordia: la Novena, la Coronilla y las Letanías, aparte de la Consagración a la Divina Misericordia.