El siglo XXI será un raro siglo en el cual el sentimiento religioso de la gente dará un nuevo vuelco inesperado: por un lado el hombre moderno deja de creer en Dios y en las religiones e Iglesias tradicionales y al mismo tiempo florecen toda clase de creencias que uno pensaría deberían de haber sido superadas hace siglos.
En los países de vieja tradición Católica, las prácticas como la asistencia a Misa, caen en desuso sobre todo en la juventud. Esto tanto en México como en Europa. Las costumbres siguen modelos ajenos a la doctrina de la Iglesia, considerada anacrónica y fuera de sitio.
Y al mismo tiempo el hombre moderno cree en los horóscopos, esoterismos, magia blanca y magia negra, tarot, inciensos, cuarzos, pirámides, reencarnaciones y muchas cosas más, hasta llegar a dar culto a la muerte.
Dejando a un lado la firmeza y seguridad de la Fe, el hombre busca aferrarse a lo que sea para sentirse a gusto, seguro, protegido. ¡Extraña paradoja ciertamente!.